domingo, 15 de noviembre de 2009

BUENAS ACLARACIONES DE MONSEÑOR MUNILLA


DE ACUERDO CON LA DOCTRINA DE LA IGLESIA
Monseñor Munilla dice que quien apruebe la ley del Aborto “tendrá una responsabilidad moral ante Dios”
En pleno debate parlamentario sobre la ley del aborto y presentes aún las últimas declaraciones del secretario del Episcopado, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, sobre el deber de los católicos en la defensa de la vida, el obispo de Palencia, monseñor José Ignacio Munilla, dijo ayer que quien apruebe la Ley del Aborto "estará en situación de complicidad de asesinato"
En una entrevista publicada ayer en el Diario Palentino, monseñor Munilla no pasó por alto la polémica desatada por la malinterpretación de las palabras de monseñor Martínez Camino, que algunos políticos han desvirtuado y han aprovechado para atacar nuevamente a la Iglesia. "Los cooperantes de este tipo de actos –en relación a apoyar la ley del aborto- tendrán responsabilidad moral ante Dios".Dijo, además, que las declaraciones del portavoz de los obispos sobre el hecho de que se le niegue la Sagrada Comunión a los políticos que apoyen la Ley del Aborto, "están de acuerdo con la doctrina de la Iglesia y en el camino que se considera más adecuado".Por otro lado, sobre la posibilidad de que tenga que incorporarse a la Diócesis de San Sebastián, monseñor Munilla aseguró que, si se produce una llamada, "la atenderá encantado" y, de lo contrario, "continuará con su labor al frente de la Diócesis de Palencia cumpliendo la voluntad de Dios". Todos –añadió- estamos en manos de Dios y somos hijos de la obediencia”.

INTENCIONES DE NOVIEMBRE- APOSTOLADO DE LA ORACION


INTENCIONES DEL SANTO PADRE CONFIADAS AL

NOVIEMBRE 2009

INTENCIÓN GENERAL
INTENCIÓN MISIONAL
Para que los hombres y mujeres del mundo,
especialmente los responsables de la política y la economía,
no cejen en su empeño de salvaguardar la Creación.

Para que los creyentes de las diversas religiones, con el testimonio de sus vidas y mediante el diálogo fraterno, ofrezcan una demostración clara
de que el Nombre de Dios es portador de paz.


BENEDICTO XVI

A Su Santidad Bartolomé I
Arzobispo de Constantinopla, Patriarca ecuménico

La conservación del medio ambiente, la promoción del desarrollo sostenible y la atención particular al cambio climático son cuestiones que preocupan mucho a toda la familia humana. Ninguna nación o sector comercial puede ignorar las implicaciones éticas presentes en todo desarrollo económico y social. La investigación científica demuestra cada vez con más claridad que el impacto de la actividad humana en cualquier lugar o región puede tener efectos sobre todo el mundo. Las consecuencias del descuido del medio ambiente no se limitan a la región inmediata o a un pueblo, porque dañan siempre la convivencia humana, y así traicionan la dignidad humana y violan los derechos de los ciudadanos, que desean vivir en un ambiente seguro (cf. ib., nn. 8-9).
[...]
Aunque es verdad que los países en vías de industrialización no son moralmente libres de repetir los errores pasados de los demás, dañando temerariamente el ambiente (cf. ib., n. 10), también es cierto que los países altamente industrializados deben compartir "tecnologías limpias" y garantizar que sus propios mercados no sostengan la demanda de bienes, cuya misma producción contribuye al aumento de la contaminación.
La interdependencia mutua entre las actividades económicas y sociales de las naciones requiere la solidaridad y la cooperación internacionales, así como esfuerzos educativos permanentes. Estos son los principios que la religión, la ciencia y el movimiento ambientalista sostienen valientemente.

Benedicto XVI
Mensaje a los participantes en el VII simposio sobre
"Religión, ciencia y medio ambiente"
1 de septiembre de 2007

* * *

A su excelencia
Profesora Mary Ann GLENDON
Presidenta de la Academia pontificia de ciencias sociales

El primer desafío atañe al medio ambiente y a un desarrollo sostenible. La comunidad internacional reconoce que los recursos del mundo son limitados y que todo pueblo tiene el deber de poner en práctica políticas encaminadas a la protección del medio ambiente, con el fin de prevenir la destrucción del patrimonio natural cuyos frutos son necesarios para el bienestar de la humanidad.
Para afrontar este desafío, se requiere un enfoque interdisciplinar semejante al que vosotros habéis empleado. Además, hace falta una capacidad de valorar y prever, de vigilar la dinámica del cambio ambiental y del desarrollo sostenible, de elaborar y aplicar soluciones a nivel internacional. Es preciso prestar atención particular al hecho de que los países más pobres son los que suelen pagar el precio más alto por el deterioro ecológico.
En el Mensaje para la Jornada mundial de la paz de 2007, puse de relieve que "la destrucción del medio ambiente, su uso impropio o egoísta y el acaparamiento violento de los recursos de la tierra, generan fricciones, conflictos y guerras, precisamente porque son fruto de un concepto inhumano de desarrollo. En efecto, un desarrollo que se limitara al aspecto técnico y económico, descuidando la dimensión moral y religiosa, no sería un desarrollo humano integral y, al ser unilateral, terminaría fomentando la capacidad destructiva del hombre" (n. 9).
Al afrontar los desafíos de la protección del medio ambiente y del desarrollo sostenible, estamos llamados a promover y a "salvaguardar las condiciones morales de una auténtica
"ecología humana" (Centesimus annus, 38). Por otra parte, esto exige una relación responsable no sólo con la creación sino también con nuestro prójimo, cercano o lejano, en el espacio y en el tiempo, y con el Creador.

Benedicto XVI
Mensaje a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales
con ocasión de su XIII asamblea plenaria
28 Abril 2007

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BENEDICTO XVI

Al venerado hermano
Monseñor DOMENICO SORRENTINO
Obispo de Asís-Nocera Umbra-Gualdo Tadino

Se podría objetar que la historia registra el triste fenómeno de las guerras de religión. Sin embargo, sabemos que esas manifestaciones de violencia no pueden atribuirse a la religión en
cuanto tal, sino a los límites culturales con que se vive y se desarrolla en el tiempo.
Ahora bien, cuando el sentido religioso alcanza su madurez, genera en el creyente la percepción de que la fe en Dios, Creador del universo y Padre de todos, no puede por menos de fomentar relaciones de fraternidad universal entre los hombres. De hecho, en todas las grandes tradiciones religiosas se registran testimonios del íntimo vínculo que existe entre la relación con Dios y la ética del amor.
El encuentro promovido en Asís por el siervo de Dios Juan Pablo II subrayó el valor de la oración en la construcción de la paz. En efecto, somos conscientes de que el camino hacia este bien fundamental resulta difícil y a veces humanamente casi imposible.
La paz es un valor en el que confluyen muchos componentes.
Ciertamente, para construirla son importantes los caminos de ámbito cultural, político, económico. Ahora bien, en primer lugar, la paz se debe construir en los corazones. Ahí es donde se desarrollan los sentimientos que pueden alimentarla o, por el contrario, amenazarla, debilitarla y ahogarla. Por lo demás, el corazón del hombre es el lugar donde actúa Dios.

Benedicto XVI
Mensaje con ocasión del XX aniversario del
encuentro interreligioso de oración por la paz, septiembre 2 de 2006

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Los temas de la paz y la tolerancia son de vital importancia en un mundo en el que a menudo las actitudes rígidas suscitan incomprensión y sufrimiento y pueden incluso llevar a una violencia letal.
El diálogo es claramente indispensable si se quiere encontrar soluciones a conflictos y tensiones dañosas, que causan tantos males a la sociedad. Sólo a través del diálogo puede existir la esperanza de que el mundo llegue a ser un lugar de paz y fraternidad.
Es deber de toda persona de buena voluntad, y especialmente de todo creyente, ayudar a construir una sociedad pacífica y a superar la tentación de agresividad y enfrentamiento fútiles entre diferentes culturas y grupos étnicos. Cada uno de los pueblos del mundo tiene la responsabilidad de dar su contribución particular a la paz y a la armonía, poniendo su herencia espiritual y cultural y sus valores éticos al servicio de la familia humana en todo el mundo.
Este objetivo sólo puede alcanzarse si en el centro del desarrollo económico, social y cultural de cada comunidad existe el debido respeto por la vida y la dignidad de toda persona humana.
Una sociedad sana promueve siempre el respeto de los derechos inviolables e inalienables de todas las personas. Sin "una base moral objetiva, ni siquiera la democracia puede asegurar una paz estable" (Evangelium vitae, 70). En este sentido, el relativismo moral mina el funcionamiento de la democracia, que por sí misma no basta para garantizar la tolerancia y el respeto entre los pueblos.
Por tanto, es de fundamental importancia educar en la verdad, y favorecer la reconciliación dondequiera que haya sido perjudicada. El respeto de los derechos de los demás, que da fruto
mediante un diálogo sincero y veraz, indicará los pasos prácticos que pueden realizarse.
Toda persona de buena voluntad tiene el deber de trabajar por este objetivo. Sin embargo, esto es mucho más urgente para aquellos que reconocen en Dios al Unico que es Padre de todos, cuya misericordia se ofrece libremente a todos, que juzga con justicia y ofrece a todos su amistad vivificante. Para los cristianos, la generosidad del Creador es visible en el rostro de Aquel a quien Dios "hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él" (2Co 5,21), Cristo, nuestra paz y nuestra reconciliación verdadera.

Benedicto XVI
Mensaje al cardenal Kasper, con ocasión de la segunda
conferencia internacional sobre paz y tolerancia
4 de noviembre de 2005

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