sábado, 14 de marzo de 2009

Santiago de Compostela

Compostela, el sepulcro que vio nacer una capital cristiana

Santiago de Compostela, una de las tres Ciudades Santas de la Cristiandad, ha sido siempre, incluso antes de que se construyera la catedral, un lugar de peregrinación por encontrarse en ella el sepulcro del Apóstol Santiago, a quien le debe la primera parte de su nombre.La leyenda se encargaría de atribuirle la segunda, Compostela, basada en las palabras latinas 'campus stellae' (campo de la estrella), en alusión al lugar donde una estrella indicó una noche la ubicación de los restos del Apóstol.
Pero la realidad puede ser otra. Santiago fue enterrado en un cementerio, entonces llamado 'compositum tellos' (sepulcro bien cuidado), vocablos que acabaron formando la segunda parte del topónimo y sitio sobre el que se empezó a construir la catedral donde se le ha rendido culto los últimos diez siglos.
El prefecto de ceremonias de la catedral de Santiago, Juan Filgueiras, y el historiador Jorge Guitián explicaron a Efe que el término compostela deriva de la denominación latina que se corresponde con 'sepulcro bien cuidado', acuñada por un experto franciscano, porque es la 'más verosímil y certera', alegó el prefecto, pero quizá la tradición eligió la otra para 'vestir un poco la leyenda', añadió Guitián.
Dejando de lado la polémica acerca de si es el hereje Prisciliano quien está enterrado en la tumba del Apóstol en lugar de éste, comentaron ambos, la leyenda cuenta que los restos de Santiago llegaron en el siglo I en una barca desde tierra santa hasta Padrón, flanqueados por sus dos discípulos, Atanasio y Teodoro, que los pusieron en un carro de vacas para llevarlos a enterrar.
Los trasladaron a un cementerio bastante grande, por estar ubicado en un cruce de caminos entre Iria Flavia, que era una gran ciudad próxima al actual Santiago, y Coruña, Lugo y Portugal, continuó el historiador.
Siete siglos después y tras un largo silencio empezó a hablarse de la 'tumba del hombre santo' porque 'la gente venía en peregrinación', lo que llegó a oídos del obispo, que acudió al lugar a comprobar lo que ocurría, recordó el prefecto.
Entonces y 'sin más fundamento', el obispo decidió que aquellos eran los restos del Apóstol, probablemente, piensa el historiador, para crear un mito que contrarrestara la influencia de la invasión musulmana, lo que motivó la llegada de dinero y el inicio de la construcción de la ciudad que ahora es Santiago.
Sin embargo, el prefecto de ceremonias de la catedral apuntó un dato curioso, y es que en las sucesivas excavaciones que se hicieron en torno a la tumba del Apóstol, fuera del circuito de murallas que rodeó la ciudad, se hallaron varias sepulturas colocadas de mayor a menor tamaño, en función de si se trataba de adultos o niños, desde el siglo I hasta el IX.
Todos los cadáveres se pusieron de forma que sus pies estuvieran orientados hacia arriba, es decir, hacia la plaza de la Quintana y rodeando al Apóstol y sus dos discípulos, lo que demuestra, en opinión del prefecto, que 'esto fue poco a poco componiéndose'.
En cualquier caso, continuó, los análisis practicados a las cenizas no pueden determinar cuál de los tres es el santo, aunque sí concluyeron que los restos corresponden a tres hombres del siglo I.
Su identidad quedará a cargo de la leyenda y la fe.

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