martes, 21 de julio de 2009

SALUDO DEL NUEVO OBISPO

Carta de Mons. Lorca Planes a la diócesis Cartagena
El Obispo electo de Cartagena Teruel, julio de 2009
Queridos diocesanos,Ha permitido la Divina Providencia que el Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, se fijara en mi persona para servir como Obispo a la Iglesia particular de Cartagena. En esta Iglesia nací a la fe y crecí rodeado de muchos valores humanos y cristianos, entre los miembros de mi familia, vecinos, educadores…, especialmente recuerdo a todos los buenos sacerdotes que pasaron por mi pueblo y me ayudaron a decirle a Jesucristo que contara conmigo, ¡qué grabados tengo esos momentos tan felices!.Desde que me puse en manos de la Iglesia de Cartagena durante la etapa de mi formación, hasta recibir el Presbiterado y, luego, en las distintas responsabilidades que mis Obispos, queridos y recordados, Don Miguel Roca, Don Javier Azagra, Don Antonio Cañizares y Don Manuel Ureña, me fueron encomendando, he sido siempre absolutamente feliz. Me he sentido muy orgulloso de pertenecer a un presbiterio amplio, generoso, fraterno, unido en lo esencial y rico en espiritualidades que apuntan a la Comunión; allí he conocido sacerdotes santos, muy buenos pastores, modelos vivos de gran corazón… Destaco especialmente los niveles de respuesta e implicación en el Plan de Dios de todos los diocesanos, como se puede ver en las parroquias, como los Movimientos, Asociaciones, Comunidades de adultos y Neocatecumenales, Hermandades y Cofradías, Cursillistas de Cristiandad, Acción Católica, Voluntarios de Caritas… en una larga lista de carismas y espiritualidades. Mención aparte merecen los Seminarios Diocesanos, por los que he pasado y he servido, siempre han sido un signo precioso de la respuesta que los jóvenes murcianos dan al Plan de Dios.Todos sabéis que en el año 2004, siendo Obispo de Cartagena Don Manuel Ureña Pastor, el Papa Juan Pablo II me llamó al Episcopado para servir en la caridad a la Iglesia de Teruel y de Albarracín, donde he vivido experiencias muy grandes de fe en sus gentes, de colaboración generosa, de sacerdotes ejemplares y heroicos, crecer el Seminario… Os aseguro que he sentido aquí la perenne vitalidad del Espíritu Santo, que anima a la Iglesia y la sostiene en la debilidad. Humanamente, reconozco que siento mucho despedirme de esta Iglesia particular.Hoy, todavía admirado de los caminos de Dios, me presento a vosotros, como un hermano y como vuestro Obispo. La emoción por lo que supone esto no quita para conocer mi responsabilidad y la fidelidad a la tarea que me pide el Santo Padre: total y serena entrega a la Iglesia, la alegría de conduciros al Señor y la felicidad de poder trabajar por mantener la unidad y la comunión eclesial de todos, también de los dispersos. Confío en la acción del Espíritu Santo, “inspirador y agente último de nuestros juicios”, que me ayudará a seguir en la línea de configurar mi vida y el ministerio apostólico, según el corazón de Jesús, hasta recibir “la corona de gloria que no se marchita” (1Pe 5,4). Vaya por delante que mi centro de atención en el trabajo que me espera con vosotros será la fidelidad a Jesucristo y a su Iglesia, con el propósito, en boca de San Isidoro, “estar unidos al Señor con el don eficaz de su sola gracia, para ser una sola cosa en Él y no desviarnos en nada de la verdad”.La Eucaristía, el mayor de los regalos que nos ha hecho el Señor, nos acerca todos los días a la experiencia de comunión, de caridad, de verdad, de vida…, porque vemos a Jesucristo sacramentalmente presente. En el altar estamos unidos todos, nos une Jesucristo, que ha derramado su Sangre por todos nosotros, sellando así la Nueva Alianza. ¡Este es el anuncio que el mundo necesita! Si la Comunión y la unidad está en el corazón y en la conciencia que la Iglesia tiene de sí misma y si somos hijos fieles de la Iglesia, ¿nos estaría permitido vivir de espaldas los unos y los otros como lo hace el mundo? No, nuestra tarea es anunciar que hay otra forma de vivir, pero se necesita algo más que palabras, se necesita la vida entregada. Entenderéis que os pida el coraje y la valentía que da el Espíritu, y que desoigamos los cantos de sirenas que lanza el mundo para desviarnos de los valores del Reino. Trabajemos juntos, sacerdotes y laicos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos… en el proyecto de Dios: “Padre, que sean uno para que el mundo crea”. La búsqueda de la unidad no significa perseguir la estéril uniformidad, sino aceptar, respetar y tutelar la legítima variedad que nos regala el Espíritu en los múltiples carismas. Os necesito a todos para poder presentar en nuestra sociedad la belleza de la fe, el tesoro de la caridad y la grandeza de la esperanza. A ningún cristiano católico le está permitido cruzarse de brazos, la indiferencia es pecado, cuando hay tanto por hacer, que nos apremia el amor misericordioso de Cristo. Que la Santísima Virgen María, que tantas y tan bellas advocaciones tiene en la Diócesis: Fuensanta, Caridad, Huertas, Esperanza, Purísima Concepción, Maravillas, Rosario, El Carmen… os proteja y os guarde en la fidelidad a su Hijo, Jesús. Aprovechemos, también, las oportunidades que se nos ofrecerán en el próximo Año Jubilar de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca.Saludo al Administrador Apostólico, Ilmo. y Rvdmo. Sr. Don Miguel Ángel Cárceles, a su Consejo de Vicarios, al Colegio de Consultores, Cabildo de la Catedral, a todos los sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas; Curia diocesana, Rector, formadores, seminaristas de los Seminarios diocesanos; a todos vosotros hermanos los laicos, también a los miembros de los Consejos Diocesanos y Parroquiales, agentes de pastoral; a los que sirven a los más pobres y necesitados, desde Caritas, Centros de Acogida, Residencias de Ancianos; a vosotros, enfermos y ancianos, tened la seguridad de mi oración ante el Sagrario.Un capítulo aparte merece el Excmo. Rvdmo. Sr. Don Javier Azagra Labiano, el Obispo que me ordenó sacerdote y al que le guardo el respeto de padre. Un abrazo de corazón, con el deseo de hacerlo personalmente.Un especial saludo a la Región de Murcia y a las autoridades civiles, autonómicas y locales, a las autoridades judiciales, a las militares y a las académicas y docentes…. A todas ellas ofrezco mi humilde y sincera colaboración desde mi condición de Obispo de la Diócesis de Cartagena. Saludos entrañables a todos los que hacéis posible los Medios de Comunicación social y nos abrís el panorama del mundo al instante.+ José Manuel Lorca PlanesObispo electo de Cartagena y AA. de Teruel y de Albarracín

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